jueves, 11 de agosto de 2011

Barranco del Andén

Es el nombre que recibe uno de los barrancos en la cabecera de la cuenca La Virgen-Azuaje, que nace en la cumbre exterior de la Caldera de Tejeda y muere en la costa de San Andrés.

Paisaje de las medianías del norte de Gran Canaria que, hace ya mucho tiempo, debió estar cubierto por un tupido bosque de lauráceas en el cauce, y por otras especies típicas del monteverde y el pinar en las laderas. La orientación y el relieve abrupto, unidos a la influencia de los alisios, hacen que el lugar sea húmedo y frescodurante la mayor parte del año.















Aspecto de uno de los reductos de laurisilva en el cauce

Actualmente las plantaciones de castañeros y otros frutales, los pinares artificiales de Pinus radiata, los reductos de monteverde, los bocaos (terrazas de cultivo) en su mayoría abandonados, las obras hidraúlicas y la pista de acceso al cauce caracterizan el lugar.

Grandes laureles (Laurus azorica) y viñátigos (Persea indica) son viejos testigos de un monte siempre verde y húmedo que ha ido perdiendo espacio, hasta casi desaparecer, debido a los usos que hemos ido haciendo del territorio. Estrelladeras (Gesnouinia arborea), bencomias (Bencomia caudata) malfuradas (Hypericum grandiflorum), cruzadillas (Hypericum reflexum), bicacareras (Canarina canariensis), pata de gallo (Geranium reuteri), hireba puntera (Aeonium arboreum), bejeques (Aeonium canariense virgineum), yedras(Hedera canariensis), zarzas (Rubus ulmifolius), helechos (Pteridium aquilinum, Adiantum reniforme, Adiantum capillus-veneris, Asplenium ceterach), y una gran variedad de musgos y líquenes no son tan longevos, pero son esp
ecies que nos hacen saber quienes dominaban el barranco. La malfurada de manantial (Hypericum coadunatum), la bella de risco (Scrophullaria calliantha) y la oreja de gato (Aeonium percarneum) son especies endémicas de la isla.

















Petirrojo, pechuguita (Erithacus rubecula superbus).
El aguililla (Buteo buteo insularum), el cernícalo (Falco tinnunculus canariensis), el gavilán (Accipiter nissus granti) y el búho chico (Asio otus) también viven en El Andén, atraídos entre otras cosas, por la rica diversidad de aves y los mamíferos introducidos que comparten este espacio "tan reducido". La paloma bravía (Columba livia canariensis), el mirlo (Turdus merula cabrerae), la alpispa (Motacilla cinerea canariensis) el pinzón común (Fringilla coelebs canariensis), el petirrojo (Erithacus rubecula superbus), el canario (Serinus canarius), el quesero (Cyanistes teneriffae hedwigi), el hornero (Phylloscopus canariensis) son algunas de las aves. Durante la primavera llegan, para criar, las tórtolas comunes (Streptopelia turtur) desde el norte de Europa.

El murciélago montañero (Hypsugo savii) es el único mamífero conocido que llegó por sus propios medios. Gato (Felis silvestris), rata campestre (Rattus rattus), ratón (Mus musculus) y musaraña (Crocidura russula) son mamíferos introducidos por el hombre.

Otro grupo presente es el de los reptiles, representado por el omnipresente lagarto de Gran Canaria (Gallotia stehlini), el perenquén (Tarentola boettgeri) y la lisa (Chalcides sexlineatus bistriatus). La ranita meridional (Hyla meridionalis) y la rana común (Pelophylax perezi) son las dos especies de anfibios que conviven en los lugares con mayor presencia de agua.

Los invertebrados, como en cualquier punto de las islas, son los que aportan mayor diversidad. En este rincón llama la atención el número de especies exclusivas del archipiélago, y algunas de la isla, asociadas a los lugares húmedos.























Cascada en medio de un rodal de laureles (Laurus azorica) y viñátigos (Persea indica).

Es bonito observar la capacidad que tienen las plantas del monteverde para recuperar lo que antaño fueron sus dominios. Conociendo, divulgando y respetando, seguramente, en un futuro no muy lejano podamos disfrutar de una superficie mucho mayor que la actual ocupada por este espectacular ecosistema.