Cauce abierto y ancho en la parte baja del Barranco de Las Palmas
El hombre ha ido dando nombres a muchos de estos elementos. El barranco de Las Palmas, situado en el margen norte de Amurga, es uno más de tantos rincones singulares en Canarias. Nace en el Alto de Amurga para morir en Juncalillo del Sur y en conjunto se caracteriza por su clima: seco con altas temperaturas, fuerte insolación y lluvias torrenciales en las estaciones de otoño e invierno, y su geología basáltica.
Pero cada uno de los tramos del barranco tiene sus peculiaridades. La desembocadura está dentro de las llanuras sedimentarias del sureste, producto de los materiales que van bajando por el cauce de los grandes barrancos. Esta plataforma es, y debió serlo en mayor medida antes de ser ocupada por el humano, un lugar idóneo para el descanso y alimentación de las aves migratorias. Aquí la vegetación está dominada por el balo (Plocama pendula) que, gracias a sus profundas raíces, es capaz de captar la humedad casi permanente que hay bajo metros de grava y cantos rodados; también viven tarajales (Tamarix canariensis), espinos (Lycium intrincatum), tabaibas dulces y amargas (Euphorbia balsamifera y regis-jubae), veroles (Kleinia neriifolia), aulagas (Launaea arborescens), tajinastes blancos (Echium decaisnei), cerrillos (Hyparrhenia hirta) y especies introducidas por el hombre como el tabaco moro (Nicotiana glauca), la tunera india (Opuntia dilenii) o Datura stramonium. La lista de aves es muy grande ya que, como se mencionó anteriormente, es una zona importante para el descanso migratorio; destacable es la concentración invernal de garzas reales (Ardea cinerea), garcetas (Egretta garcetta) e incluso cigüeñas (Ciconia ciconia) y otras grandes migradoras. También es abundante la presencia de limícolas y aves costeras en el litoral y los embalses artificiales.
Saltamontes narigudo (Truxalis nasuta). Los invertebrados, siempre presentes.
En esta zona hay varios pozos, y alguno de ellos es trampa mortal, año tras año, para los pollos de pardela cenicienta (Calonectris diomedea borealis) nacidos en una pequeña colonia que hay en la zona. Los paredones inaccesibles que convierten el barranco en un pequeño cañón son lugar de reproducción de aguilillas (Buteo buteo insularum), cernícalos (Falco tinunculus canariensis) y posiblemente otras rapaces como el halcón de Berbería (Falco peregrinus pelegrinoides) o la lechuza (Tyto alba); además, alcaravanes (Burhinus oedicnemus distinctus), palomas (Columba livia canariensis), alcaudones (Lanius meridionalis), canarios (Serinus canaria), queseros (Cyanistes teneriffae hedwiggii), camineros (Anthus berthelotii), horneros (Phylloscopus canariensis), currucas tomilleras (Sylvia conspicilliata), y otros, habitan en el lugar. El murciélago montañero (Hypsugo savi), presente en casi toda la isla, es el único mamífero nativo que se conoce, aquí encuentra refugio en grietas y oquedades.
El palmar que da nombre al barranco
Acercándonos a El Alto, el cambio más significativo es el mayor tamaño de las plantas, propiciado por las condiciones sombrías resultado del estrechamiento del cauce, y la aparición relictual de sabinas (Juniperus turbinata) y pinos (Pinus canariensis) centenarios engarapetados en lo alto de los riscos.
Amurga es un paraje con elementos únicos en el planeta que llaman la atención de cualquier visitante, por tanto es un recurso de valor incalculable. Lamentablemente es uno de los rincones peor tratados en Gran Canaria: vertederos, escombreras, canteras, plantas machacadoras, invernaderos (muchos de ellos abandonados), exceso de pistas y roderas, pastoreo incontrolado, mamíferos introducidos, tendidos eléctricos y aerogeneradores con impacto negativo sobre las aves y el paisaje, son solo algunas de las transformaciones que están causando el deterioro de este espacio. Pero por suerte cada vez se conoce más y mejor, y esto tiene que conducirnos a aprender de los errores, para aprovechar un privilegio endémico de Canarias y disfrutarlo en buenas condiciones.